Publicado por: UnaMujer.com
Autora: Nora Fusillo

En muchos de los e-mails que recibo, la gente me expresa su dificultad para iniciar la búsqueda laboral o para cambiar de trabajo a raíz del sabor amargo que les dejó la repetición de situaciones anteriores adversas.

El peso de las interpretaciones y registros hostiles de las experiencias del pasado, esas "lecturas negativas" archivadas celosamente, son un lastre poderoso a la hora de enfrentar una entrevista de trabajo y en cada momento frente a un conflicto laboral.  Aligerar este equipaje es uno de los aspectos clave en la transformación que exigen los nuevos tiempos. Muchas veces, sin darnos cuenta, andamos por la vida como si condujéramos un auto mirando permanentemente por el espejo retrovisor. ¿Cómo superar este problema?

En primera instancia, para que el presente se corporice y deje de ser una extensión del pasado, es necesario pararnos en el aquí y ahora, mirando hacia el futuro, con la conciencia de que en cada instante estamos eligiendo y que esa elección es determinante en lo que nos suceda más adelante. Para ello hace falta realizar un movimiento doble: por un lado, aceptar que equivocarse es parte natural del proceso de aprendizaje; sólo así podremos vencer el temor a innovar: la creatividad, el aprendizaje y el error son elementos de un mismo proceso de innovación que, como dice Peter Senge, "permite convertir ideas en ganancias". Por otro lado, es preciso responsabilizarnos por lo que nos sucede, dejar de depositar en los demás (culpando, acusando) todo aquello de lo que no podemos hacernos cargo y, en cambio, encontrar la oportunidad para aprender en cada evento de nuestras vidas. Lo único que logran el lamento, la queja y el echar las culpas a los otros es vaciarnos de nuestro poder e inhibir nuestra capacidad de revertir una tendencia negativa, a la vez que nos impiden convertir cada conflicto en una alternativa de transformación.

Para ilustrar esto último voy a tomar uno de los casos que me plantearon por e-mail. En su mensaje, una joven me cuenta que, dada su naturaleza exageradamente generosa, fue usada en los dos trabajos que todavía mantiene, razón por la cual se siente incómoda y pretende cambiar. Como se considera una persona independiente y rechaza las rutinas, siente que en esos ámbitos no puede crecer ni laboralmente ni en el plano personal.

A mi entender, esta persona, si realmente fue "usada", como relata, lo primero que tiene que hacer es asumir su responsabilidad por haberlo permitido. Por otra parte, considero que cualquier lugar es bueno para crecer como persona, siempre y cuando contemos con nuestra determinación: de hecho, creo que siempre estamos en el sitio adecuado si de veras estamos dispuestos a aprender la lección que cada situación tiene para ofrecernos y que eventualmente resistimos aceptar. De esta manera, abandonando el rol de víctimas, habilitamos la conexión con nuestro potencial y nos abrimos a ingresar en el campo de las posibilidades, estableciendo el inicio de un diálogo fructífero con los resultados de nuestras acciones.