Publicado por: Universo Económico - Diciembre de 2001 - AÑO 11, N° 62
Autores: Nora Fusillo y Marcelo G. Treacy, (miembro de la Comisión de Problemática de los Profesionales en Relación de Dependencia, Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires).
Seguramente en más de una oportunidad hemos tomado conciencia de la cantidad de horas que pasamos dedicados a nuestras actividades y tal vez hemos sentido que estamos postergando la atención de nuestras familias, o dejando de lado la concreción de algún proyecto. Muchas veces ocupamos ese tiempo con ansiedades y sentimos miedo ante la necesidad de adecuarnos a los requerimientos de este mundo exageradamente cambiante; a esto se asocia la creencia de que no estamos en condiciones de realizar muchas de las cosas que deseamos y, por consiguiente, nos negamos la posibilidad de disfrutar al hacer nuestro trabajo.
¿Nos hemos detenido alguna vez a pensar por qué nos cuesta hablar de "éxito"? Reflexionar sobre el significado de esta palabra y por qué no es frecuente verla asociada a nuestra vida diaria es uno de los aspectos más destacados de la observación cotidiana de nuestro diálogo. Habitualmente ocurre que, cuando preguntamos qué significa éxito, muchos asocian esta palabra a lo mediático, la riqueza material o el poder, alejándola entonces, erróneamente, de nuestros objetivos en la vida.
Es necesario comprender el éxito como el logro de los genuinos propósitos que el individuo desea en todos los planos: material, porque hace a la base y dignidad de la vida, sin olvidar que no hablamos solamente de satisfacción de necesidades económicas, sino también del cuidado y la protección de nuestro cuerpo; emocional, porque nuestros sentimientos son parte de nosotros y merecen ser tenidos en cuenta; mental, considerando las cualidades y el valor de nuestro pensamiento, nuestro "motor" generador de ideas; espiritual, que significa avanzar en la vida afianzando y defendiendo nuestros valores.
Quisiéramos compartir con los lectores algunas reflexiones sobre calidad de vida. En diferentes reuniones y seminarios cuyo tema central versa sobre este concepto, hemos recogido la experiencia de que muchas personas, cuando reflexionan al respecto, asocian una buena calidad de vida al confort de su entorno cotidiano, a tener la posibilidad de hacer las cosas que siguen pendientes, a disponer de un poco más de tiempo para compartir con el grupo familiar y evitar el desgaste que implica el diario cumplimiento de horarios y compromisos, y así, un sinnúmero de significados. Si en este instante nos preguntamos qué significa para cualquiera de nosotros, seguramente nuestra respuesta estaría en mayor o menor medida reflejada en las opiniones precedentes.
Cada una de estas sensaciones es válida según sea la persona; la respuesta está en cada uno. Por ese motivo es muy importante que nos concedamos un momento para reflexionar sobre la necesidad de efectuar un trabajo de autodiagnóstico, porque nadie está en mejores condiciones de responder por nosotros que nosotros mismos. Vivimos en un momento en que prima la incertidumbre. Ya no nos manejamos, como hace algunos años, en condiciones de certeza, cuando todos, en mayor o menor medida, podíamos prever nuestro desarrollo profesional con marcada probabilidad de ocurrencia y, por cierto, pagando, sin darnos cuenta, el alto precio que implicaba dejar también relegadas nuestras innatas condiciones de creatividad, imaginación y talento.
Nos encontramos entonces ante un desafío: hacer frente a la incertidumbre. Para lograrlo, necesitamos despojarnos de la idea de certeza con la que estuvimos habituados a convivir durante tanto tiempo. En efecto, el desarrollo industrial del siglo XX y la necesidad de mayor productividad conminaron al hombre a aferrarse a un manual de procedimientos, dificultando el despliegue de su creatividad y generando en él la creencia de que no contaba con los talentos y las habilidades indispensables para alcanzar sus metas.
Desde ya, no resulta posible destacar talentos en este espacio porque estos son únicos en cada ser humano. No ocurre lo mismo con las habilidades para acceder a la concreción de nuestros objetivos, que son comunes a todas las personas. Sin pretender agotar en una lista estas condiciones, invitamos al lector a reflexionar sobre las que consideramos más destacables.
La primera es la posibilidad de generar en nosotros un momento de aquietamiento, porque nos abre el ámbito de reflexión que nos permite contactarnos con nuestra intuición y escuchar aquello que realmente pensamos y sentimos, y que muchas veces relegamos o negamos. Por eso es importante brindarnos un momento diario, aunque sea breve, que se logra simplemente permitiéndonos ese espacio, ya sea mediante una reflexión serena, o bien destinando periódicamente un tiempo para hacer aquello que nos gusta; por ejemplo, tener un hobby, practicar un deporte o desarrollar alguna inclinación artística. También resulta sumamente recomendable la técnica de Visualización Creativa.1
La segunda habilidad es la imaginación. Todos contamos con imaginación, todos soñamos aunque no recordemos los sueños, que no son más que metáforas de nuestros verdaderos deseos. Así como imaginamos en los sueños, podemos creer factible aquello que imaginamos, abriéndonos a la posibilidad de que algo diferente y nuevo nos suceda.
La tercera es la agudeza. Muchas veces creemos que realmente perseguimos un objetivo, y luchamos denodadamente por conseguirlo, cuando nuestra verdadera intención es otra meta que no nos permitimos abordar, lo que nos llena de frustración. La agudeza es ese estado de atención que nos permite darnos cuenta de que estamos avanzando correctamente, o bien entender que necesitamos dar un golpe de timón y replantearnos nuestros propósitos.
La cuarta es la flexibilidad. Esto implica poder soltar las estructuras a las que nos aferramos, abandonar la resistencia y dar paso a la aceptación de las circunstancias para poder descubrir cuáles son las cosas que están operando en contra de nuestros objetivos y encontrar así la estrategia para sortearlas o superarlas.
Finalmente, la habilidad de la coherencia, que nos va a permitir sostenernos con convicción en el camino hacia nuestros logros; para ello es importante ser tolerantes con nosotros mismos y con los demás cuando creemos que las cosas no salen bien, reduciendo la ansiedad por el resultado y disfrutando de todos los pasos que nos acercan a nuestro objetivo.
Estos aspectos, por supuesto, pueden englobarse en un tema de fondo que es el compromiso con uno mismo. Para poder separarnos de la sensación de miedo, ansiedad, angustia, depresión y otras similares que nos desgastan y nos frustran, es fundamental el conocimiento profundo del propio y verdadero "yo".
En la búsqueda de nuestro potencial, es necesario evitar quedar amarrados a los fracasos, convirtiendo a los errores del pasado en fuente de aprendizaje. Evitaremos así que pesen a la hora de tomar decisiones y los convertiremos en una ayuda, abriéndonos a la posibilidad de reconocer nuestros logros.
El éxito pasa también por brindar a los demás lo mejor de nosotros, lo que nos permitirá recibir un merecido reconocimiento, buscando siempre lo mejor que pueden ofrecernos los otros. Significa saber que todo lo que generamos tiene un posterior efecto en nosotros y en los demás, y asociar la palabra "placer" al regocijo de conectarnos con nuestras habilidades genuinas, que, utilizadas armónicamente, nos liberan significativamente del esfuerzo, facilitando el camino emprendido.
Una vida mejor implica abrirnos a comprender que las respuestas están en nosotros, que una mejor calidad de vida es una elección verosímil, realizable aún más en circunstancias difíciles, y que el éxito depende fundamentalmente de ser auténticos, de acercarnos lo más posible a aquello que hemos soñado para nosotros mismos.
VISUALIZACIÓN CREATIVA
La visualización creativa es una actividad efectiva para asistirnos en el diseño de nuestros objetivos individuales, creando la visión en que se concretan los cambios positivos y de crecimiento en nuestras vidas. Se usa con éxito en los campos de la psicología, la salud, la educación, los negocios, la preparación de atletas y el arte. Es una herramienta personal y única, además de dinámica, para orientar nuestra transformación.