Publicado por: Universo Económico - Febrero de 2001 - AÑO 11, N° 57
Autora: Nora Fusillo

Nuestra conciencia en valores se forma investigando las causas de las conductas que asumimos sin juzgarlas, sino tratando de explicárnoslas a través de buenas preguntas cuyas respuestas están únicamente en nosotros.

El valor es una condición positiva que apreciamos en nosotros y en los otros. También le damos a esta palabra la acepción de "coraje". Justamente, esta cualidad surge a partir del entramado sólido que se construye con el ejercicio de nuestros valores. Entonces, requerimos de coraje para sostener nuestros valores, y este se nutre de ellos. Los valores como tales crean una atmósfera de equilibrio y armonía entre nuestro mundo interior, ese que tiene que ver con el balance entre nuestras genuinas aspiraciones personales, y las presiones del mundo exterior, compuesto por la sociedad local y la global. Incluimos a esta última debido a las características actuales de interacción por las comunicaciones y a la necesidad de pensar en términos de preservación de nuestro medio ambiente.

Este enfoque se diferencia por proponer que es más importante asumir una actitud que nos aleje de etiquetar los pensamientos, las decisiones y las acciones como buenos o malos. Resulta muy efectivo, en la práctica de valores, antes de elegir, evaluar o reflexionar sobre una alternativa, preguntarnos si esta decisión que hemos de tomar es positiva para nosotros y para los demás involucrados en ella.

A la formación de valores se llega a través de un proceso de aprendizaje libre y alimentado de amor incondicional, que reúne características que lo distinguen particularmente. Se aprende mediante la prueba y el error, sin premio ni castigo, reflexionando para descubrir la lección que cada situación tiene para aportarnos. Reconceptualizar el error como fuente de aprendizaje y de creatividad es esencial desde esta visión. En lugar de esperar recibir un premio ante el acierto, veremos que el genuino reconocimiento, tanto por el logro como por el aprendizaje, nos llega necesariamente, y es fundamental la existencia del espacio para construir la autovaloración.
Nuestra conciencia en valores se forma investigando las causas de las conductas que asumimos, sin juzgarlas, sino tratando de explicárnoslas a través de buenas preguntas cuyas respuestas están únicamente en nosotros.

Este proceso de aprendizaje resulta posible cuando evitamos pensar en términos de "deber", "obligación", "adaptación", "amoldamiento", "dependencia", "domesticación", "sometimiento". El proceso de aprendizaje, por el contrario, como las demás acciones de nuestra vida, es exitoso cuando está conectado con el placer por lo que hacemos, cuando disfrutamos y gozamos de las acciones que dan sentido a nuestra vida.

Evidentemente, todo este proceso es posible cuando tenemos conciencia de nuestra autoestima, que es la valoración, la imagen que tenemos de nosotros mismos. Podemos experimentar la dicha de compartir cuando nos conectamos con la grandeza, la paz y la sabiduría que habita en nuestro interior, alejándonos de influencias externas que nos contaminan, y volcándonos a la autoreferencia, que es el contacto con nuestro verdadero "yo", con nuestro ser. Y esto es estimarnos verdaderamente.

Quizás, a esta altura, convenga detenernos un poco en la relación que existe entre los valores y la prosperidad. Lamentablemente, existen ciertas creencias arraigadas en nuestro interior, que asocian negativamente el éxito, el dinero o los bienes materiales, y que inciden directamente en una disminución de nuestros valores, llevándonos a caer en el escepticismo, la indiferencia y la ironía. Por el contrario, asociándolos positivamente como posibles y dignos de ser alcanzados en la justa medida de nuestra satisfacción, nos vinculamos con un trabajo unido a la realización, conectado con la alegría y la armonía en todos los planos de nuestra vida.

Teniendo conciencia de nuestro ser y del significado claro del concepto de prosperidad en su sentido más amplio, buscaremos todo lo necesario para acceder a una mejor calidad de vida. Ir más allá de esto es perder la referencia con nuestro Yo, perseguir la obtención de bienes por el solo fin de acaparar, lo cual nos distrae de nuestra verdadera esencia.

Cuanto más arriba hablamos de los planos en los que se desarrolla nuestra vida, nos estamos refiriendo a romper con esa concentración de la atención únicamente en lo material, que en nuestros días parece ser lo único importante, para integrar también los planos emocional, mental y espiritual, que son los que completan nuestra existencia.

Trabajemos entonces para crear en nosotros una conciencia de abundancia, de riqueza, a través del pensamiento creativo. Tengamos siempre en cuenta que, en todo paso adelante que se ha dado en la humanidad, siempre el progreso estuvo primero creado y visto en la mente de su creador.

Es muy importante señalar, además, que este es un trabajo que no termina en nosotros. Muchos somos padres, educadores, dirigentes de organizaciones de todo tipo. Es extensivo también a los responsables de medios y al Estado como educador y tutor del bien común. Y como tales, es vital el compromiso, que nos gratificará con la oportunidad de contribuir positivamente a la evolución de la humanidad.

En este punto, les acerco una cita de Taido Matsubara, un sacerdote budista estudioso de las religiones judeo-cristianas de la antigüedad: "Los adultos necesitamos asumir la responsabilidad de dar base para el desarrollo espiritual de los niños, permitiéndoles cultivar una mente flexible".

En nuestras manos está establecer una nueva forma de vida inspirada en una cultura de paz, amor, cooperación, libertad y felicidad.

Respecto de este tema, algunas acciones positivas ya son realidad en nuestros días. El programa "Valores para vivir" es un proyecto educativo basado en la filosofía "ganar-ganar", sin utopías, abordando los conflictos de modo tal que no exista en su resolución ningún perdedor. Se trata de un trabajo conjunto de una red de educadores de todo el mundo, el Claustro de Educación de UNICEF Nueva York, el Comité Nacional de UNICEF de España y la Universidad Espiritual Mundial Brahma Kumaris, esta última con una banca permanente en las Naciones Unidas como mensajera de la paz mundial. Este proyecto ya ha sido experimentado con éxito en 72 países y se encuentra disponible en los siete idiomas más hablados del mundo.

Los objetivos de este programa son: desarrollar de forma práctica los valores en el currículo escolar y en cualquier ámbito educativo formal e informal; y comprender la implicación práctica de los valores en relación con uno mismo, los demás, la sociedad y el mundo en general.
Como característica innovadora en la educación en valores, ha sido diseñado mediante un kit de cartas, con el cual los chicos aprenden jugando.

Los lineamientos de “Valores para vivir” están basados en la potenciación del desarrollo integral de la persona, reconociendo su dimensión física, intelectual, emocional y espiritual, fundamentando la relación entre valores y educación en el hecho de que no puede haber una buena educación sin valores. Presupone asimismo la cooperación de toda la comunidad educativa en el proceso de educar y construir alternativas para la resolución de conflictos basadas en una nueva forma de vida inspirada en una cultura de paz.

Los “Valores para vivir” han sido consensuados mediante una votación llevada a cabo por chicos de los cinco continentes, y su práctica es enseñada en relación con uno, con el otro, con la sociedad y con el mundo. Estos son: cooperación, libertad, felicidad, honestidad, humildad, respeto, responsabilidad, sencillez, amor, paz, tolerancia y unidad.

Podemos estar de acuerdo, podemos disentir en temas semánticos, cambiar los nombres por unos más apropiados según nuestro criterio, pero esta ya es una iniciativa que existe, que está siendo llevada a la práctica y que redunda en beneficios para todos aquellos que toman contacto con ella.

Para redescubrir los valores humanos universales de la vida, sólo necesitamos mirar dentro de nosotros.


Para quienes quieran ahondar en este tema, recomiendo como fuentes inspiradas de lectura las obras del Dr. Deepak Chopra (Las siete leyes espirituales del éxito), Virginia Satir (Contacto íntimo), William Ury (Alcanzar la paz), Anthony de Mello (Autoliberación interior y Reflexiones sobre el verdadero amor) y Brahma Kumaris World Spiritual University (Valores para vivir).